...Y ASÍ EL OCÉANO SALVÓ NUESTRAS VIDAS Y NOS LIBERÓ...
El OCÉANO se ganó nuestros corazones. Estamos enganchados de por vida, como lo describió brillantemente Jacques Cousteau en sus palabras: " El mar, una vez que lanza su hechizo, lo mantiene a uno en su red de maravillas para siempre. "
Nos encanta el poder y la tranquilidad de las olas rompiendo, los destellos que refleja su superficie, la salinidad de sus aguas pero sobre todo nos encanta cómo nos hace sentir el océano.
Cada vez que nos adentramos en el océano, ya sea en nuestras tablas, en un velero o simplemente nadando, obtenemos esta claridad de mente y de corazón. En ese momento sabemos lo que es importante, lo en paz que nos sentimos y que queremos sentirnos así más a menudo, más regularmente, no sólo en ocasiones especiales, ¡sino en cualquier momento que decidamos!
Todo en el agua se detiene, tu mente con los pensamientos siempre ocupados, tus problemas, tus preocupaciones, todo se detiene. Lo único que importa es que lo eres. Que estás en el momento. ¡Eres el momento! En el agua vives el océano, respiras el océano, eres el océano. Es como una adicción, un enamoramiento abrumador del que no puedes deshacerte. En última instancia, ¡es literalmente una dependencia “natural”!
Por eso no es de extrañar que dentro de sus aguas se tomara la decisión que nos cambiaría la vida. Con tal claridad que solo el océano nos brinda, sabíamos qué teníamos que hacer con nuestras vidas, cómo queríamos vivir y qué camino debíamos tomar para hacer realidad nuestros sueños. Entonces, mientras nos relajamos en su posesión, nos permitimos pensar de manera clara, concisa e intensa. ¡Las conversaciones en el océano se volvieron muy claras! Sabíamos lo que vendría después y cómo hacerlo realidad.
Nuestro camino, nuestro sueño, nuestra vida, nuestra felicidad, todo se refleja en este llamado que el océano aclara. ¿Quién hubiera imaginado que era tan sencillo como detenerse un momento a escuchar?
Al final, las aguas del Océano Pacífico nos salvaron la vida. Decidimos seguir nuestros sueños y dejar que nuestra vocación nos hiciera libres. Entonces, ¿por qué no te detienes tú también por un momento y te dejas llevar? ¡Suéltate para que puedas realizar tu camino y lo que estaba destinado a ti! Presta atención a las señales para que tú también puedas vivir tu sueño.
Recuerde que " estamos atados al océano. Y cuando volvemos al mar, ya sea para navegar o para mirar, volvemos de donde venimos". John F Kennedy
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